Una niña va andando por un camino, ve luces de colores al fondo pero el camino es oscuro.
Huele flores, parecen preciosas y las toca. Algunas tienen espinas y se pincha. ¿Será que no tenía que tocarlas? dice ella, en su interior.
Sigue caminando hasta encontrarse con un pasaje pedregoso, le da miedo por si no es capaz de andar sobre ellas y decide ir por otro lugar y es entonces cuado una piedra enorme aparece en medio del camino, ya no puede volver para atrás así que decide intentarlo. Mira el tamaño del pedrusco, lo observa hasta encontrar un sitio donde apoyar el primer pie para dar el impulso y la salta. La joven esta entusiasmada, ha tenido agilidad para superar el obstáculo.
Sigue el sendero y es precioso, lleno de plantas y árboles que antes no había visto. Animales preciosos, pájaros que parecen acompañarla en su paseo…Un río enorme de agua cristalina fluye a su izquierda y ya estaba algo cansada de andar, así que decide meterse en él y dejarse llevar por una suave corriente.
La niña esta tranquila, oyendo el cantar del agua cuando un gran tronco se acerca con rapidez. Piensa que la va a golpear, pero entonces se acuerda de su agilidad, aprovecha la pared del río para tomar fuerza y golpea el tronco con todas sus fuerzas.
Ella es feliz, ahora también sabe que tiene destreza para evitar los golpes. Decide seguir en el río, esta cogiendo confianza, disfruta del sol, de la brisa que acaricia su cara…Hasta que un ruido fuerte la pone en alerta. Ella aún no sabe lo que esta pasando; el agua se mueve fuerte, la tambalea rápidamente. Intenta llegar al borde del río pero no puede, una cascada enorme la lleva sin remedio.
La niña esta atemorizada, lucha contra la corriente hasta que se queda sin fuerzas, se rinde al momento y cae por la cascada. Su corazón late fuerte, un nudo en el estomago la retuerce por dentro y el miedo agarrota su cuerpo.
Por fin sale a la superficie, no lo puede creer, este lugar es mucho más bonito que los anteriores. En ese momento se pregunta…¿A qué tenía miedo?
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